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IDENTIDAD CULTURAL Y XENOFOBIA
¿Qué identidad tiene el hombre actual en un mundo globalizado?
La Globalización, proceso histórico en el que nos hallamos envueltos, es un fenómeno seguramente irreversible, que pertenece al mundo de la realidad, aunque pueda tener aspectos situados más bien en el mundo de los mitos: el mito del progreso, o el mito del mercado, por ejemplo. Partiendo deesta hipótesis, podriamos decir que la identidad del hombre actual es la del consumidor y que el progreso es el mercado. Pero el mercado no lo resuelve todo, y, como diría Machado, hay que distinguir entre valor y precio; en otras palabras, que existen valores intangibles que no tienen precio y no los proporciona el mercado.
Los grandes cambios y evoluciones de nuestro tiempo nos conducirán a un mundo diferente al de hoy, que ya ha cambiado sustancialmente respecto a la primera mitad del siglo precedente y que presenta nuevas formas de incidencia en la comunicación humana y en las identidades culturales. La internacionalización de la economía está produciendo un movimiento sin precedentes de masas de trabajadores hacia los núcleos del mundo capitalista que derivan en el desarrollo de actitudes de rechazo y xenofobia entre los grupos humanos. Esta situacón está alterando la identidad de los diversos grupos culturales y la relación entrelos mismos.
Por otro lado, en el terreno de las relaciones entre globalización e identidades culturales, a fin de evitar el empobrecimiento al que nos somete la uniformización de la sociedad de consumo, tendremos que proteger las culturas locales, pero no mediante una defensa de la identidad que nos haga caer en la intolerancia y el racismo.
Vivimos una situación compleja que no puede resolverse con soluciones simples ni recetas preconcebidas.
La identidad cultural de un pueblo determinado no se establece como una relación reflexiva (respecto a sí mismo. Nunca hacemos esta reflexión), sino por la mediación de otros pueblos, en cuanto nos co-determinan. Las identidades culturales presuponen tanto esquemas de identidad objetiva (instituciones, artes, ceremonias...), como esquemas de identidad subjetiva (identificación en un pueblo, en una Nación...). Lo que configure la identidad de una cultura vendrá dado por la confluencia de estos dos estratos.
La dinámica cultural brota del enfrentamiento entre culturas, quizá impulsado por razones de incremento demográfico (cada cultura tiene una capacidad respecto a los individuos que la contienen, cuando esta capacidad es sobrepasada comienzan procesos de colonización del entorno, en el cual figuran otras culturas. Aristóteles ya asoció este factor a la expansión griega por el Mediterráneo y el Egeo. El desarrollo de las estructuras culturales es multilineal. La dinámica cultural más interesante es, a nuestro entender, la dinámica histórica, cuando las esferas culturales alcanzan la constitución de Estados (en un sentido amplio del término, más allá del concepto de Estado Nacional); una dinámica que arrojará también la conformación de determinadas esferas como sistemas imperio. En el proceso histórico aumenta el tamaño de las esferas culturales (de algunas de ellas) y disminuye su número.
En el estadio inicial de la dinámica cultural (de la dinámica de las culturas) nos encontraríamos ante una distribución discreta de las esferas culturales, adscritas a zonas habitables e independientes (teóricamente) entre sí. Cultura designa aquí a un concepto fundamentalmente ecológico, que pierde su fuerza cuando las esferas culturales comienzan a enfrentarse no ya con su medio, sino con otras esferas culturales reguladas por normas incompatibles, como es el caso de las sociedades industriales universales.
LAS ESFERAS CULTURALES
Las Culturas son sistemas dinámicos y presentan en sus senos fuerzas contradictorias. Del mismo modo la identidad cultural es variable, resultado de factores externos e internos. Están en continua relación con otros sistemas de entorno. Así, las culturas se configuran como esferas culturales, por cuanto desarrollan una :
A) capa cortical, encaminada a defenderlas de las agresiones de su entorno, un entorno en el cual figuran otras esferas culturales, B) B)una capa basal, compuesta de la energía económica y social, y C) una capa conjuntiva que a través de la organización de los factores económicos, sociales, políticos... internos a cada esfera, conexiona las otras dos capas.
Las culturas, en tanto se configuran como esferas culturales, son entendidas como sistemas inestables, problemáticos, tanto en la relación entre estas sus capas constitutivas, cuanto en la relación con otras esferas de su entorno, por cuanto estas relaciones no se dan con independencia las unas de las otras (no cabe, por ejemplo, más que en una taxonomía ramplona, distinguir entre factores externos e internos en al caída del Imperio Romano, por cuanto los denominados factores externos - las invasiones bárbaras, por ejemplo - sólo adquieren dimensión mediante los internos - las políticas de los últimos emperadores. Desde tal concepto de cultura se mantiene que la equiparación entre etnicidad e identidad no es más que un modo de primitivismo cultural, por cuanto supone la tesis del aislamiento de las culturas. Es más, se dirá que mientras el etnocentrismo es relativizado a sus coordenadas culturales, mediante tal ecuación la etnicidad se convierte en un absoluto respecto a cada cultura, y, en el límite, desde ninguna cultura podrá entenderse a otra cultura ; recíprocamente, sólo una cultura dada puede entenderse a sí misma.
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IDENTIDAD EUROPEA
¿Cuálesla identidad cultural deleuropeo?¿La delmercader?¿La del consumidor? ¿El cudadano? ¿El esclavo sin papeles? Para Jacques Delors Europa no era delos mercaderes. En la misma línea se coloca la reciente intervención del Primer Ministro francés Lionel Jospin, invitando a no considerar el mercado como el único emblema de la modernidad (Jospin, 1997). Pero el dato más novedoso e impresionante del nuevo escenario europeo es, sin dudas, el aumento masivo de la inmigración continental y, sobre todo, extracontinental. Esta auténtica avalancha descubre una profunda contradicción, la realización de la unidad europea se acompaña paradójicamente con dos fenómenos que contrastan abiertamente con el abatimiento de las fronteras. Por un lado, se manifiestan nuevos episodios de exclusión. El vocablo "extracomunitario" ha ido asumiendo una carga odiosa de discriminación. Por otro lado, dentro de la misma Europa, se manifiestan estallidos de reivindicaciones regionalistas, cuya peligrosidad no puede subvaluarse. Los acontecimientos trágicos de Yugoslavia deben alertarnos al respecto. En el fondo de estos fenómenos se encuentra una tendencia a definir la propia identidad en términos negativos "lo que no somos, lo que no queremos ser". Una visión no exclusivista ni excluyente de la unidad europea tiene que asumir en primer lugar el patrimonio pluricultural del continente. Nadie rechaza los procesos de racionalización que el término "globalización" parece evocar. Pero existe una fuerte tendencia a transformar la mundialización en una nueva ideología totalizante. Se afirma de esta manera un nuevo sistema de valores, fundado en una visión meramente cuantitativa del progreso, en la obsesión del retraso, en el culto de la velocidad. Ignacio Ramonet, encuentra en el caos el rasgo fundamental de nuestro tiempo (Ramonet, 1997). La exaltación de la tecnología coexiste, en la Europa de hoy, con una nueva ola de irracionalismo. Esoterismo y supersticiones dominan la vida de millones de hombres. La supuesta racionalidad de la economía convive con el irracionalismo social creciente. En el mundo contemporáneo no es posible ninguna forma de autosuficiencia, ni en la economía ni en la cultura,pero hay que evitar las tendencias standarizadoras de una cultura dominante. Las fusiones entre culturas diferentes han dado lugar a culturas tan extraordinarias como la de la Gracia Clásica, pero estosprocesos no han estado exentos de dramas o conlictos importantes.
Dentro del Patrimonio Cultural Común (artículo 151 del Tratado de Amsterdam) tenemos hoy los europeos para nuestra meditación y reflexión, la Politeia de Platón (traducido como la República), la Política de Aristóteles, la Utopía de Tomás Moro, Das Kapital, el Leviatán de Karl Marx, el Leviatán de Hobbes o El príncipe de Maquiavelo. Por no hablar del arte Románico o Gótico, Renacentista o Barroco...
En la escena cultural europea nos topamos con marxistas, con tomistas, con franciscanos o encontramos expresiones como un giro copernicano, leche pasteurizada o una actitud kafkiana. Se trata de un legado cultural que se debe a individuos concretos. Sin Marx no hay marxistas, sin Tomás de Aquino no hay tomistas y así sucesivamente. Sin Pasteur no tendríamos hoy leche «pasteurizada» y sin Kafka habría que borrar del diccionario europeo lo kafkiano.
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