Historia del Arte
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Bizantino

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EJERCICIOS.
 
 
1) Lee el texto y averigua:
 
-regiones por las que se extiende el arte bizantino
 
-fases del arte bizantino
 
2) Pincha encima de las imágenes y encontrarás datos para hacer un análisis de las obras de esta página siguiendo el modelo de las diapositivas analizadas en los apartados de Arte griego y Arte romano.

ARTE BIZANTINO
 

Expresión  artística que se configura a partir del  siglo  VI

fuertemente   enraizada   en  el   mundo   helenístico   como

continuador del arte paleocristiano oriental. En sus primeros

momentos  se  consideró como el conservador  natural  en  los

países  del Mediterráneo oriental del Imperio Romano,  siendo

transmisor de formas artísticas que influyen poderosamente en

la   cultura  occidental  medieval.  

 

Desde  comienzos del siglo V se va creando un lenguaje formal

artístico  propio y diferenciado del que se  mantiene  en  el

Imperio  de  Occidente. Más tarde, en la época de  Justiniano

(527-565)   se   inicia  la  primera  etapa   específicamente

bizantina: es la Primera Edad de Oro que comprende los siglos

VI  y VII, es la etapa de formación del arte bizantino en sus

aspectos formales básicos.

 

Después  del período de la lucha de los iconoclastas,  aunque

pobre  en monumentos, comienza, en torno al año 850, el  arte

bizantino  medio o Segunda Edad de Oro que perdura  hasta  el

año  1204,  cuando  Constantinopla  es  conquistada  por  los

cruzados;  en  esta  época esencialmente  se  consolidan  los

aspectos  formales y espirituales del arte bizantino;  es  la

verdadera   etapa  creadora  y  definidora  de  la   estética

bizantina.

 

Después   del  dominio  latino,  con  la  dinastía   de   los

Paleólogos, se da paso a la Tercera Edad de Oro que se centra

en  el siglo XIV y que finaliza con la toma de Constantinopla

en  el  año 1453. Después, el arte bizantino florece  en  los

países  eslavos,  Rusia y sureste de Europa,  transmitiéndose

hasta nuestros días a través del Monte Athos.

 

1.-Arquitectura Bizantina

 

En  la Primera Edad de Oro, época de Justiniano, siglo IV, se

realizan  las más grandiosas obras arquitectónicas que  ponen

de  manifiesto los caracteres técnicos y materiales, así como

el  sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de

este período.

 

Del  mundo  romano y paleocristiano oriental  mantuvo  varios

elementos  tales  como  materiales (ladrillo  y  piedra  para

revestimientos exteriores e interiores de mosaico), arquerías

de  medio  punto,  columna clásica como  soporte,  etc.  pero

también  aportaron  nuevos rasgos entre los  que  destaca  la

nueva  concepción  dinámica de los elementos  y  un  novedoso

sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante,

el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente

la  cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos  en

los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a  la

circular  de  la  cúpula.  Estas  bóvedas  semiesféricas   se

construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a  modo

de  coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con

mortero,  y  eran  concebidas como una imagen  simbólica  del

cosmos divino.

 

Otra  aportación de gran transcendencia fue la decoración  de

capiteles,  de  los que hubo varios tipos; así,  el  de  tipo

teodosiano es una herencia romana empleado durante  el  siglo

IV como evolución del corintio y tallado a trépano, semejando

a  avisperos;  otra variedad fue el capitel cúbico  de  caras

planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso

era  obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza

troncopiramidal  decorada  con diversos  motivos  y  símbolos

cristianos.

 

En  la tipología de los templos, según la planta, abundan los

de   planta  centralizada,  sin  duda  concordante   con   la

importancia  que  se  concede  a  la  cúpula,  pero  no   son

inferiores en número las iglesias de planta basilical  y  las

cruciformes con los tramos iguales (planta de cruz griega).

 

En  casi todos los casos es frecuente que los templos, además

del  cuerpo  de nave principal, posea un atrio o narthex,  de

origen   paleocristiano,y   el   presbiterio   precedido   de

iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado

se colocaban los iconos pintados.

 

La primera obra bizantina, del primer tercio del siglo VI, es

la iglesia de los Santos Sergio y Baco,en Constantinopla (527-

536), edificio de planta central cuadrada con octógono en  el

centro  cubierto mediante cúpula gallonada sobre ocho pilares

y  nave  en  su entorno. A este mismo momento de  la  primera

mitad del siglo V, corresponde la iglesia rectangular con dos

cúpulas  de  la  Santa  Paz  o de  Santa  Irene,  también  en

Constantinopla. 

 

  La  obra  cumbre  de  la  arquitectura bizantina es la Iglesia de Santa

 Sofía, iglesia de la  Divina Sabiduría,  dedicada  a la Segunda Persona  de  la  Santísima Trinidad, construida por los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro  de  Mileto, entre los años 532 y 537, siguiendo  las

órdenes directas del emperador Justiniano.

 

También fue importante la desaparecida iglesia de los  Santos

Apóstoles   de   Constantinopla,  proyectada  como   mausoleo

imperial  e  inspirada en la iglesia de San  Juan  de  Éfeso,

ofrecía  un modelo de planta de cruz griega con cinco cúpulas

ampliamente  imitada en todo el mundo bizantino, por  ejemplo

en la famosa iglesia bizantina de San Marcos de Venecia, obra

del siglo XI.

 

No  fue  Constantinopla  el único  foco  importante  en  esta

primera  Edad  de  Oro de Bizancio, es menester  recordar  el

núcleo  de  Rávena,  el  exarcado occidental  situado  en  el

nordeste  de  la península italiana, en las riberas  del  mar

Adriático,junto a Venecia.

 

Las  iglesias bizantinas de Rávena presentan dos modelos: uno

de  clara inspiración constantinopolitana relacionada con  la

iglesia  de  los Santos Sergio y Baco, la de iglesia  de  San

Vital  en  Rávena  (538-547), en la que,  igualmente  que  su

modelo, es de planta octogonal con nave circundante entre los

elevados  pilares y con una prolongación semicircular  en  la

cabecera,  delante del ábside del presbiterio;  en  los  pies

tiene  un amplio atrio con torres laterales. En esta  iglesia

de   San   Vital  están  ya  prefigurados  los   rasgos   más

característicos de la estilística en la arquitectura medieval

de  Occidente,  sobre todo en los que se refiere  al  sentido

vertical   de   la   construcción   en   detrimento   de   la

horizontalidad precedente. Las otras iglesias  bizantinas  de

Rávena  tienen  influencia paleocristiana por  su  estructura

basilical con cubierta plana. Son la iglesia de San  Apolinar

in  Classe  y la iglesia de San Apolinar Nuevo, ambas  de  la

primera mitad del siglo V y con destacados mosaicos.

 

En  la  Segunda Edad de Oro predominan las iglesias de planta

de cruz griega con cubierta de cúpulas realzadas sobre tambor

y  con  una  prominente cornisa ondulada en la base exterior.

Este  tipo  nuevo  de  iglesia se plasma en  la  desaparecida

iglesia  de  Nea  de  Constantinopla  (881),  construida  por

Basilio  I.  A este mismo esquema compositivo corresponde  la

catedral de Atenas, la iglesia del monasterio de Daphni,  que

usa  trompas en lugar de pechinas, y los conjuntos monásticos

del Monte Athos en Grecia.

 

En  Italia  destaca la anteriormente citada basílica  de  San

Marcos  de  Venecia,  del año 1063,  planta  de  cruz  griega

inscrita en un rectángulo y cubierta con cinco cúpulas  sobre

tambor,  una  sobre el crucero y cuatro en los brazos  de  la

cruz, asemejándose en su estructura a la desaparecida iglesia

de  los  Santos Apóstoles de Constantinopla. En esta  Segunda

Edad  de Oro el arte bizantino se extendió a la zona rusa  de

Armenia, en Kiew se construye la iglesia de Santa Sofía en el

año 1017, siguiendo fielmente los influjos de la arquitectura

de  Constantinopla se estructuró en forma basilical de  cinco

naves  terminadas  en ábsides, en Novgorod  se  levantan  las

iglesias  de  San  Jorge y de Santa Sofía,  ambas  de  planta

central.

 

Durante la Tercera Edad de Oro, entre los siglos XIII y XV el

arte  bizantino  se  sigue extendiendo por  Europa  y  Rusia,

predominando  las  plantas  de  iglesias  cubiertas  mediante

cúpulas abulbadas sobre tambores circulares o poligonales.  A

esta  etapa  corresponden en Grecia la iglesia de los  Santos

Apóstoles  de Salónica, del siglo XIV, la iglesia de  Mistra,

en el Peloponeso, y algunos monasterios del Monte Athos.

 

Así  mismo  se  multiplican los templos  bizantinos  por  los

valles  del  Danubio, por Rumania y Bulgaria, llegando  hasta

las  tierras  rusas de Moscú donde destaca la iglesia  de  la

Asunción del Kremlin, en la Plaza Roja de Moscú, realizada en

tiempos de Iván el Terrible (1555-1560), cuyas cinco cúpulas,

la  más  alta y esbelta en el crucero y otras cuatro situadas

en los ángulos que forman los brazos de la cruz, resaltan por

su   coloración,  por  los  elevados  tambores   y   por   su

característicos perfiles bulbosos.

 

 

2.-Artes figurativas

 

La  pintura  y los mosaicos bizantinos, más que su escultura,

han  tenido  una singular importancia en la historia  de  las

formas de representación plástica, por cuanto que han servido

de  puente a los modelos cristianos orientales hacia  Europa,

así  como  a la transmisión de las formas clásicas cuando  en

Occidente  había desaparecido por la acción  de  los  pueblos

bárbaros,  y por último, el arte bizantino ha sido la  fuente

principal en la fijación de la iconografía occidental.

 

 

2.1.-Escultura bizantina

 

La  plástica escultórica bizantina supuso la culminación  del

arte  paleocristiano, manteniendo sus técnicas y su  estética

de  progresivo  alejamiento de las  cualidades  clásicas:  la

mayor  rigidez,  la repetición de modelos estereotipados,  la

preferencia del bajorrelieve a las obras de bulto  redondo  y

el uso de materiales ricos (marfil) que proporcionan pequeñas

piezas,  son  los caracteres más destacados de la  estatuaria

bizantina de la primera etapa.

 

Tras  la sistemática destrucción del período iconoclasta  hay

una vuelta al culto de las imágenes, pero para no caer en  la

idolatría  y  por influjo de las nuevas corrientes  islámicas

desaparece la figura humana en la estatuaria exenta.

 

Las  obras más destacadas son las labores ornamentales de los

capiteles  con  motivos vegetales y animales afrontados  como

son  los de San Vital de Rávena o los sarcófagos de la  misma

ciudad en los que se representan los temas del Buen Pastor.

 

Pero  las obras capitales de la escultura bizantina  son  las

pequeñas  obras,  dípticos  y  cajas,  talladas  en   marfil,

destacando el díptico Barberini, Museo del Louvre, del  siglo

V,  o  la  célebre Cátedra del obispo Maximiano,  en  Rávena,

tallada hacia el año 533 sobre placas de marfil con minuciosa

trabajo.

 

 

2.2.Mosaico y pintura bizantinos

 

El  gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental del arte

bizantino,  eminentemente áulico, exigía el revestimiento  de

los  muros de sus templos con mosaicos, no sólo para  ocultar

la  pobreza  de los materiales usados, sino también  como  un

medio  para expresar la religiosidad y el carácter semidivino

del poder imperial (cesaropapismo).

 

De la Primera Edad de Oro destacan el conjunto más importante

es  el de Rávena, que enlaza con los mosaicos paleocristianos

del  siglo  V: en las iglesias de San Apolinar  Nuevo  y  San

Apolinar  in Clase se cubre sus muros superiores con mosaicos

que  representan,  en  la  primera  un  cortejo  procesional,

encabezado por los Reyes Magos, hacia la Theotokos o Madre de

Dios,  en  la  segunda, en el ábside, se muestra  una  visión

celeste en la que San Apolinar conduce un rebaño.

 

  La  obra maestra de del arte musivario, es sin duda alguna,

el  conjunto  de mosaicos de San Vital de Rávena,  compuestos

hacia  el  año 547, y en los que se representan varios  temas

bíblicos  y  en  los  laterales  del  ábside  los  grupos  de

Justiniano y de su esposa Teodora con sus respectivo séquito.

 

Terminada  la lucha iconoclasta, a mediados del siglo  IX  es

cuando verdaderamente se configura la estética bizantina y su

iconografía.  Surgirá una nueva Edad de Oro, la segunda,  que

supondrá  el apogeo de las artes figurativas, irradiando  sus

influjos  al arte islámico, por entonces en formación,  y  al

naciente arte románico europeo.

 

Las  figuras acusan una cierta rigidez y monotonía, pero  muy

expresivas  en  su  simbolismo, con  evidente  desprecio  del

natural  y  las  leyes espaciales; son  alargadas  y  con  un

aspecto de cierta deshumanización.

 

Los  nuevos  tipos  iconográficos se adaptan  simbólicamente,

según  un  programa prefijado (Hermeneia), a  las  diferentes

partes   del  templo:  el  Pantocrator  (Cristo  en  Majestad

bendiciendo)   en   la   cúpula,   el   Tetramorfos   (cuatro

evangelistas)  en las pechinas, la Virgen en el  ábside,  los

santos y temas evangélicos en los muros de las naves.

 

Los modelos más repetidos son las figuras de Cristo con barba

partida y edad madura (modelo siríaco) y de la Virgen que  se

presenta  bajo diversas advocaciones (Kyriotissa o trono  del

Señor  en la que sostiene sobre sus piernas la Niño, como  si

fuera  un  trono; Hodighitria, de pie con el  Niño  sobre  el

brazo  izquierdo mientras que con el derecho señala  a  Jesús

como el camino de salvación - es el modelo desarrollado en el

gótico  -; la Theotokos, o Madre de Dios, ofrece al Niño  una

fruta  o  una  flor;  la Blachernitissa o Platytera  con  una

aureola  en el vientre en el que parece el Niño indicando  la

maternidad de la Virgen).

 

Otros  temas muy repetidos son la Déesis o grupo formado  por

Cristo  con la Virgen y San Juan Bautista, como intercesores,

y  los  dedicados a los doce fiestas litúrgicas del año entre

las que destaca la Anastasis o Bajada de Cristo al Limbo,  el

Tránsito  de  la  Virgen, la Visón de  Manré,  es  decir,  la

aparición  de  los  tres ángeles a Abrahám,  simbolizando  la

Trinidad.

 

Durante  la  Tercera Edad de Oro el mosaico continuó  en  uso

hasta   el  siglo  XIII,  en  esta  época  se  enriquece   la

iconografía  de  los  ciclos  "marianos",  de  los  santos  y

evangélicos, a la vez, que por influjos italianos, se aprecia

una  mayor libertad compositiva y una evidente manierismo  en

las estilizaciones.

 

Destruidos los mosaicos de Constantinopla quedan como  únicas

referencias  los  de  San  Marcos de Venecia,  con  abundante

empleo del dorado que ejercerán un marcada influencia en  las

obras  góticas de Cimabue, Duccio y otros pintores italianos.

La pintura sustituye al mosaico en esta Tercera Era, contando

con  el  precedente de los interesantes conjuntos de iglesias

rupestres de Capadocia, en Asia Menor.

 

Son importantes los talleres rusos de Novgorod y Moscú, donde

trabaja  Teófanos el Griego, fresquista y pintor sobre  tabla

en el siglo XIV y en la centuria siguiente destacan como obra

maestra  la  Virgen  de Vladimir (Moscú) y  el  monje  Andrés

Rublev  o  Rubliov especialmente a través de su icono  de  la

Trinidad, este icono del siglo XV es considerado como el  más

importante  icono bizantino de la escuela rusa, representa  a

la  Trinidad a través de la escena bíblica llamada visión  de

Manré,  es  decir tres ángeles que se aparecen  al  patriarca

Abrahám.  Se caracteriza por el aire melancólico, de  intensa

espiritualidad,  en  la que el ángel del centro,  con  túnica

roja,  se cree que representa a Cristo con un árbol al fondo;

el de la izquierda representa a Dios Padre y el de la derecha

al   Espíritu  Santo.  La  perspectiva  es  típica  del  tipo

bizantino, es decir, inversa, abriéndose las líneas  conforme

se alejan de los ojos del espectador.

 

Algo  más tardía son las escuelas veneciana y cretense  donde

destacó  Andrea  Riccio de Candia, a  quien  se  atribuye  la

creación  del  famosísimo icono de  la  Virgen  del  Perpetuo

Socorro.

 

La pintura de iconos ha seguido manteniéndose durante toda la

Edad Moderna, tomando como referencia estética los caracteres

de  la  pintura  bizantina  clásica,  que  se  impone  a  las

influencias italianas.

 

Las  colecciones de iconos más completas se encuentran en  la

galería Tretiakov de Moscú, en el museo Puskin de Leningrado,

en  la  catedral de Sofía (Bulgaria) y en el museo de  iconos

"La  Casa  Grande"  de  Torrejón de  Ardoz  (Madrid).  En  la

catedral de Cuenca se encuentra el díptico de los déspotas de

Epiro correspondiente a la escuela yugoslava.

 

Paralelamente se desarrolla la realización de miniaturas para

los  códices purpúreos, llamados así por el uso de fondos  de

púrpura.  De  la primera época es el Génesis  de  Viena,  del

siglo V, los evangeliarios de Rábula y de Rossano, ambos  del

siglo siguiente.

 

En   las  etapas  siguientes  destacaron  los  salterios  con

abundantes  representaciones en  toda  la  página  o  en  los

márgenes  llenas de sentido narrativo. Destacan el  Menologio

de   Basilio  II  (Biblioteca  Vaticana)  y  el  tratado   de

Cinegética de Oppiano (París).

 

En  las  artes suntuarias sobresalieron gracias  al  ambiente

cortesano bizantino.

 

Las  labores textiles se inspiraron en los modelos  sasánidas

(motivos  encerrados en círculos); en la orfebrería sobresale

el  uso de los esmaltes sobre metales preciosos, siguiendo la

técnica del tabicado o alveolado de origen germánico,  en  el

que  los  colores se separan por filamentos de oro.  La  obra

maestra  de  la orfebrería es la Pala de Oro, San  Marcos  de

Venecia o el icono esmaltado de San Miguel del mismo templo.